Hacia una mayor cooperación de las industrias nacionales en Europa

Existe consenso entre los dirigentes de las compañías europeas sobre la necesidad de aumentar la cooperación entre nuestras industrias. Lo vemos diariamente en los acuerdos de colaboración entre empresas, es algo que llevamos tiempo escuchando en los foros renombrados de las industrias de defensa y seguridad y el Alto Representante de Asuntos Exteriores de Europa, Josep Borrell, no se cansa de repetirlo veladamente en numerosas intervenciones públicas.

La Comisión Europea lo dejó claro en el European Compass publicado en marzo del año pasado y también los Estados miembros en sus respectivas estrategias nacionales. En concreto, España en su Estrategia Industrial de Defensa, aprobada recientemente, cuenta con un capítulo dedicado a Europa, a la colaboración y la tecnología 'made in Europe'. Parece que hay unanimidad en los distintos niveles de la esfera pública y privada: Europa, los Estados miembros y las empresas.

Acontecimientos tan lamentables como la guerra de Ucrania han conseguido que la opinión pública europea, en su conjunto, haya tomado conciencia de la necesidad de una industria de la defensa y la seguridad fuerte. Hasta aquí todo bien. La dificultad viene, sin embargo, cuando tenemos que armonizar las estrategias nacionales con una estrategia industrial europea. Y es que toda estrategia viene sustentada por un presupuesto y los presupuestos son nacionales. Es aquí, en el terreno de la política nacional donde encontramos una suerte de gap que impide avanzar hacia una base industrial europea sólida.

No se trata tanto de hacer una Champions League de campeones nacionales, sino de movilizar a todos los actores relevantes (grandes, pequeños y medianos) para avanzar en una sólida base industrial capaz de dotar a Europa de las capacidades necesarias para garantizar su soberanía estratégica en un mundo cada vez más polarizado. La carrera aeroespacial es un excelente ejemplo de colaboración entre empresas, países, universidades, organismos etc que integra perfectamente los intereses nacionales en el proyecto europeo.

Hace falta más voluntad política para avanzar en la cooperación entre las industrias nacionales. A la hora de la verdad, los estados miembros se repliegan en sus estrategias nacionales y en la soberanía nacional obviando la circunstancia de que cada vez más nos movemos en un espacio global y cibernético en el que el enfoque nacional es insuficiente.

En estas condiciones es legítimo preguntarse cómo se deben armonizar los esfuerzos nacionales con un enfoque más europeo. El gran desafío que tenemos por delante como industria es combinar una visión global con el desarrollo local. Debemos apostar por desarrollar al máximo el talento local al servicio de soluciones globales europeas. Y desarrollar el talento supone apostar por Europa y sus territorios. Por ejemplo, en el Sur de Europa tenemos ingenieros e ingenieras que van a ser muy necesarios para la transición ecológica y digital. Además, contamos con un marco laboral estable, seguridad jurídica y condiciones muy competitivas para generar un ecosistema de colaboración y convertirnos en punta de lanza de la industria europea…Pero, también está el eje de Europa del Este y, naturalmente, el centro de Europa.

Estamos ante un cambio de paradigma; no podemos ir aisladamente ni como país ni como compañía. Los cambios tecnológicos ocurren a una velocidad no lineal y las empresas debemos colaborar y co-crear en las regiones en las que operamos para dotar a Europa de las capacidades necesarias. De otra manera, estaremos condenando a Europa a la irrelevancia tecnológica y, por tanto, geopolítica. La soberanía y la independencia tecnológica se tienen que fundamentar y basar en desarrollos conjuntos.

La guerra de Ucrania al igual que la pandemia han sido los trágicos desencadenantes para avanzar una vez más en una armonización entre el desarrollo local de nuestros territorios en aras de una Europa más fuerte y autónoma. La colaboración entre compañías, instituciones, start up y Estados miembros… será clave si queremos ser competitivos y garantizar nuestra autonomía estratégica y tecnológica. Solo juntos podemos garantizar un futuro mejor, más seguro, más verde e inclusivo.