​Discurso premios Quest. Los innovadores
EDICIÓN
| INFODRON | INFOESPACIAL | MUNDOMILITAR | TV
Firma invitada >
Opinión

​Discurso premios Quest. Los innovadores

|

Buenas tardes a todos y gracias por estar aquí. Hoy quería hablarles sobre esas personas que llamamos los innovadores.

El hombre existe en la Tierra gracias a los innovadores. Realmente no fuimos creados para sobrevivir sobre este planeta, de hecho no fueron la evolución genética o la morfológica la que produjeron el Homo Sapiens, sino ese puñado de personas que decidieron en un momento de sus vidas, desafiar la rutina, detenerse a pensar y tener una visión.

Un innovador decidió cultivar semillas, otro producir fuego de forma eficiente, otro crear armas para cazar animales con pieles para protegernos del frio, otro modeló el barro para almacenar alimentos y otro la rueda, y seguramente nadie los apoyó ni recibieron una subvención de I+D. Pero si no hubiera sido por estos descubrimientos e inventos, la humanidad se habría extinguido hace ya mucho tiempo.

En la vida encontramos a algunos innovadores y una ingente multitud de beneficiarios que denomino innovados, y cada uno de nosotros, debe decidir en qué lado de esta balanza desequilibrada quiere estar.

Esa enorme cantidad de personas espera que alguien cure el cáncer, termine con el hambre, salve el planeta, pero en su falta de visión se resiste a financiar adecuadamente estos esfuerzos de los que depende nuestra existencia, bienestar y salud. Pero lo peor es que muchos países, como el nuestro, han abandonado la innovación por sus escasos réditos a corto plazo. Precisamente para revertir esta realidad en Quest premiamos a los innovadores.

Porque un mundo donde una hora de abogado cuesta el doble que la de un premio Nóbel de química, ha alterado el orden lógico de prioridades, ¿y esto por qué ocurre?, porque el abogado resuelve problemas inmediatos de consecuencias inmediatas y el innovador piensa en la próxima generación.

¿Qué podemos decir de España? ¿Hemos tenido innovadores? Muchos más de los que creemos. En la historia de la humanidad estamos entre los diez países que más aportaciones han realizado al progreso humano, pero lo que tiene más mérito es que lo fueron ante la incomprensión de todos, y en especial de los gobiernos.

Podríamos citar muchos ejemplos. El 1 de febrero de 1792 se inauguró en el Alcázar de Segovia el mejor laboratorio químico del mundo, pero nunca lideramos la industria química; inventamos la psiquiatría y todavía pensamos que es cosa de un vienés llamado Freud, el relojero de Carlos V, Juanelo, diseño un mecanismo para subir agua del Tajo al Alcázar en Toledo, pero alabamos la ingeniería alemana; Miguel Servet y Ramon y Cajal revolucionaron la anatomía humana, pero no somos una potencia médica; Jorge Juan midió por primera vez, la longitud del meridiano terrestre y le llamamos el meridiano de Greenwich, Agustín de Bethencourt fue contratado por el zar Alejando para diseñar San Petersburgo y tenemos un pésimo urbanismo; Pages con la anestesia epidural y Balmis con la distribución de la vacuna de la viruela salvaron decenas de millones de vidas y todos los méritos son para otros, y podría seguir con Juan de La Cierva, Torres Quevedo, Isaac Peral, y Diego Martín Aguilera que voló en 1793 con su artilugio más distancia que los hermanos Wright en el supuesto primer vuelo de la aviación.

Pero nada de esto lo estudiamos en el colegio, eso sí, tenemos grabado en la frente aquella nefasta expresión de Miguel de Unamuno: «¡Que inventen ellos! Y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones», todo un manifiesto desprecio a la innovación.

En los últimos cincuenta años asistimos a un frenesí innovador, nunca antes se habían acumulado de forma tan vertiginosa avances, patentes, nunca hubo más científicos ni más centros de investigación, pero ya no tenemos a nadie que añadir a esa lista de innovadores y lo peor es que hemos perdido el tren de la innovación en el mundo. Nos adelantan por izquierda y derecha, países que considerábamos inferiores. Nunca tuvimos tanto dinero para educación e investigación y sin embargo, los resultados son exiguos ¿y esto por qué?

Porque alguien o una gran mayoría ha decidido como Unamuno convertir al país en innovado y no innovador, esperando que alguien siempre nos resuelva los problemas y a ser posible sin que tengamos que pagar por ello. Hablamos mucho de innovación, pero al final seguimos dependiendo de los avances que realizan otros.

¿Podemos afirmar que la gente desprecia la innovación? La respuesta es negativa. Mostramos un ansia generalizada por la última consola o el último Iphone, o automóvil; así que nos fascina la innovación pero lo que no nos atrae es lo que hay detrás y lo que ello significa.

La primera razón es que nadie piensa en cómo será España en cien años, solo son problemas, los inmediatos y da igual el boquete que abran a futuro sus soluciones, pero sin visión no se puede prosperar, podemos decir que hemos perdido el interés en sobrevivir como especie y esto nos llevará indefectiblemente a la extinción.

Una segunda razón, es lo que yo denomino la astenia personal. Hemos interiorizado en una gran mayoría que el esfuerzo no es necesario, que el sacrificio es una estupidez, que el trabajo duro es una pérdida de tiempo y todo esto por una falso igualitarismo que nos limita por arriba en lugar de por debajo. El resto de las especies tiene que innovar todos los días para sobrevivir, pero si le llevamos la comida a la leona a su guarida, dejará de cazar al principio, y el día que no le llevemos el alimento, ya no sabrá qué hacer y morirá como especie. Nos creemos benefactores por esta falsa generosidad, pero estamos germinando el campo de nuestro final, lo que pasa es que esto no lo veremos nosotros y por eso nuestra indiferencia.

La tercera razón es la aversión a la innovación que existe en los gobiernos. El Consejo de Ministros tiene la estructura del conde Aranda, el Congreso el de las Cortes de Cádiz, y el BOE data de los tiempos de Canalejas. Hemos asistido a una revolución en todos los órdenes de la vida, pero seguimos gobernados con criterios y reglas obsoletas.

Y esto no sería importante si no fuera porque el conjunto de las administraciones manejan el 45% del PIB y regulan el otro 55%, y si esto se hace sin espíritu innovador, y si las personas que deben realizar tan alta misión no comparten estos valores, no podemos esperar muchos éxitos, y lo peor es que este espíritu burocrático, casi decimonónico, genera servidumbre y pesimismo en la sociedad y en las empresas. Precisamente por eso creamos el premio de apoyo institucional a la Innovación, para recompensar a aquellos gobiernos que son únicos y diferentes, que entienden esta realidad.

En definitiva, que con esta rémora constante a la innovación, es muy difícil mantener el ritmo de la historia y esto tiene mucho que ver con todos los problemas que nos afectan hoy como sociedad. Pero frente a esta visión negativa, no perdemos la esperanza. Los premiados aquí y las instituciones y empresas que representan son ejemplos de todo lo contrario. Son nuestros héroes, los que nos salvarán. Estas empresas e instituciones se han colocado en esa parte de la balanza tan necesaria para nuestro futuro y son ejemplos que deben animarnos a seguir apostando por la innovación.

En Quest, como empresa de ingeniería global, amamos la innovación, el esfuerzo de superación personal, el riesgo calculado, el trabajo en equipo, la inversión en futuro. Estamos convencidos de que solo la responsabilidad y el trabajo duro generan réditos y que por encima de todo necesitamos visión y pasión.

Y por estas razones hemos querido premiar a estos innovadores que están hoy aquí, porque nos ayudan a tener un mundo mejor, porque nos hacen más fuertes como comunidad, por ser ejemplos a seguir, y por esta invaluable aportación los felicito.




Los comentarios deberán atenerse a las normas de participación. Su incumplimiento podrá ser motivo de expulsión.

Recomendamos


Lo más visto